La movilidad urbana sostenible, en 15 minutos

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Años de concienciación y estudios acerca del cambio climático. Y lo que no se ha conseguido con ellos, parece que se va a lograr “gracias” al Covid. El mundo quiere despegar hacia la sostenibilidad ambiental y la movilidad urbana de las grandes urbes desempeñará un papel estratégico en el cambio.

La población exige cambios y medidas inmediatos. La seguridad frente al miedo al contagio dibuja un nuevo esquema de pensamiento en las ciudades. Y reclama un nuevo esquema de funcionamiento. La respuesta llega a través de una nueva planificación de movilidad urbana sostenible, que se estructura en tres fases: evitar, cambiar y mejorar.

La segunda y tercera fase se desarrollarían en caso de que la primera (la de evitar) no fuera posible y se centrarían en la forma de movilidad. Para ello, se debe identificar cuáles son los modos más sostenibles y adecuados para cada ciudad. Y promover medidas de movilidad urbana que permitan fomentar el uso del transporte público, la bicicleta o incluso, la caminata. Pero estas dos fases se contemplan si la primera no es posible. Veamos cómo se está planteando resolver la primera…

La primera fase de movilidad ubana sostenible: evitar

Esta fase se centra en establecer medidas para no tener la necesidad de desplazamientos y/o reducir el número de viajes. La pandemia nos ha obligado a quedarnos en casa, con lo que ha acelerado este primer paso para las ciudades. Pero, no nos equivoquemos, las urbes no deben replicar lo que ha hecho el virus y restringir la movilidad, sino reducir que ésta sea motorizada. Y para ello, se debe acercar la ciudad a las personas. 

Ciudad de cuarto de hora, la nueva smartcity

15 minutos a pie y/o en bicicleta para servicios básicos, ir al trabajo, acudir al médico… Garantizar que un ciudadano solo tarde 15 minutos desde su casa a cubrir cualquier necesidad que tenga resume el principio de la “ciudad de cuarto de hora“, lo que mejora la calidad de vida de la población y permite una mejor integración en la ciudad, a través de una red de transporte público de calidad.

La ciudad de 15 minutos es un concepto estudiado por el arquitecto y urbanista Carlos Moreno, Director Científico de la cátedra ETI, Espíritu Empresarial, Territorio e Innovación de la Universidad Paris 1 Pantheón Sorbona, quien la describe de esta forma:

“Se pretende salir del anonimato y las prisas de las grandes urbes en los que el tiempo útil de vida se ha perdido. De forma que permita redescubir la proximidad no solo geográfica, sino familiar, del vecindario y también con el planeta para tener una ecología humana que permita revitalizar la ciudad que hasta ahora ha estado segregada espacialmente.”

Busca recrear en las ciudades una calidad de vida a escala humana: más social, más segura y más sostenible. Se quiere cambiar el paradigma de la ciudad moderna, construida con muchos edificios e infraestructuras que deja poca expresión a los ciudadanos en su forma de intervenir la ciudad:

“Queremos crear una ciudad multicéntrica, con muchos centros distintos y en cada uno de esos lugares darles servicios de proximidad e implicar a los ciudadanos para crear nuevos espacios de vida. Un lugar, muchos usos. Este concepto busca reinventar la proximidad de las ciudades. Animar la vida de la ciudad localmente.”

Seis principios para organizar la ciudad

Megalópolis como Tokio, con 40 millones de habitantes, es un ejemplo del efecto de urbanismo, que se concentró principalmente en crear una ciudad productiva sumiendo a la gente en un anonimato para ir de un lugar de habitación a un lugar de trabajo. Es solo un ejemplo del funcionamiento de las grandes urbes y de cómo los gobiernos locales no han considerado lo esencial de las ciudades que es organizar la vida urbana, en base a seis principios básicos:

  1. Alojarse dignamente
  2. Trabajar 
  3. Aprovisionarse
  4. Acceso a la sanidad
  5. Aprender la cultura
  6. Poder divertirse

La fórmula para conseguirlo es crear diferentes núcleos urbanos dentro de una misma ciudad, de forma que permita que funcionen de forma autónoma. Para ello, los espacios deben ser multifuncionales y estar abiertos a la población para dar respuesta a las necesidades de la ciudad. 

¿Y qué pasa con el coche?

Más allá de la necesidad, el vehículo es también cultural y una opción a la que nuestra sociedad no puede renunciar. Pero sí debemos ser conscientes del uso que le damos. Aunque pueden ser una buena opción para desplazamientos de largo recorrido, no son la mejor forma de movernos en las ciudades puesto que además de generar estrés, contaminan y ocupan demasiado espacio público.

Las ciudades de 15 minutos respaldan esta idea, favoreciendo una movilidad diaria de corto recorrido para la que no es necesario el vehículo privado. Otras medidas de las propias ciudades también contribuyen a este tipo de movilidad. Por ejemplo, en Zaragoza se bajó la velocidad de algunos carriles de circulación para mitigar el hostigamiento de los coches hacia los ciclistas, con lo que además de garantizar la seguridad de todos, se propicia un escenario en el que el coche no deja de ser una opción, pero quizá… no la mejor.

 

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