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Los problemas de transporte urbano generan un coste medio de entre el 1.5 y el 4% del PIB de los países desarrollados. Aunque el problema económico es importante, lo es más el humano: cada año fallecen 1.2 millones de personas en accidentes de tráfico en todo el mundo y se producen más de 50 millones de accidentes.
Reducir la siniestralidad es uno de los grandes retos, pero no el único: mejorar la fluidez del tráfico, dar respuesta al compromiso con el medioambiente y garantizar servicios ante el incremento de la demanda de movilidad por parte de los ciudadanos encabezan la lista de grandes desafíos a los que administraciones e industria deben dar respuesta con soluciones reales.
Aunque existen muchas fórmulas para la innovación, la movilidad conectada puede ser una realidad a través de una fuente que ya está disponible: la explotación de la información que producimos todos los días en el uso de los servicios públicos en las ciudades. El análisis y tratamiento adecuados de esta información puede ser la clave para asumir una nueva realidad a partir de un enfoque de ciudad inteligente, antes que el futuro nos rebase. Y, con él, ofrecer respuestas y soluciones a las necesidades de los habitantes urbanos.
¿Qué ocurre si todos los vehículos de una ciudad se conectan a una misma plataforma? ¿Y si esa plataforma analiza cómo se mueven aplicando una algoritmia de patrones de conducción? ¿Y si además, sobre esa base de datos, se conectan las señales de tráfico y los mapas? ¿Y si, encima, añadimos factores externos como la climatología, por ejemplo? ¿Y si, sobre toda esa cantidad de datos, se añade el histórico de días, semanas y meses anteriores?
¿Y qué ocurre si… cuando hablamos de conectar todos los vehículos no nos referimos únicamente a coches privados, sino a los de transporte público , servicios de emergencia, taxis, ridehailing, carsharing, motosharing, bicicletas e incluso patinetes?
Lo que ocurre es tan evidente como eficiente. La movilidad conectada permite identificar problemas, soluciones y mejoras a todos los tipos de movilidad y, por ende, se convierte en una herramienta clave que ayuda a la administración que se encarga de regularlos. Y ayuda a los ciudadanos.
Los retos del presente y el futuro no se basan únicamente en identificar fórmulas con las que mejorar la fluidez del tráfico y evitar la congestión de vehículos en las ciudades. Los grandes retos pasan, además, por encontrar soluciones reales al compromiso medioambiental (poniendo freno a la contaminación), reducir al máximo la siniestralidad y las víctimas en accidentes de tráfico y dar respuesta a la creciente demanda de movilidad por parte de los ciudadanos. Estas son las cuatro grandes preocupaciones a las que tanto la administración como la propia industria no encuentra respuestas concretas.
¿En qué franjas horarias, qué días o en qué zonas se producen los picos de mayor volumen de tráfico? ¿Cómo influye, por ejemplo, la meteorología en la movilidad urbana? ¿Qué puntos requieren una nueva regulación o señalización del tráfico? ¿Por qué se origina una mayor siniestralidad en un punto concreto y qué lo origina? ¿En qué zonas se utiliza más y menos los distintos tipos de transporte? ¿Dónde, cada uno de ellos, es más y menos seguro? ¿Qué calles se convierten en las arterias de movilidad para usuarios de motosharing, patinete o bicicletas? ¿En qué vías o puntos el acceso debería estar restringido el acceso a uno o varios tipos de movilidad? ¿Se deben habilitar vías o cambios en infraestructuras para facilitar y agilizar el desplazamiento a los servicios de emergencias? Son solo algunas de las grandes cuestiones para las que las administraciones buscan contestación. Y soluciones claras y factibles.
Pero no son las únicas. Veamos algunos ejemplos más concretos de las preguntas a las que una plataforma de ciudad conectada puede dar respuesta en cada uno de los diferentes tipos de transporte:
Si la movilidad es inteligente ha de serlo también la infraestructura que la regula. Identificar los puntos de máxima congestión, así como la causa que la origina es el primer paso para definir cómo solucionar el problema. ¿Quizá la velocidad máxima de una vía no es la más segura y eficiente? ¿Tal vez una rotonda es más adecuada que un cruce regulado por semáforos? ¿Puede un Ceda el paso agilizar más el tráfico con respecto a un semáforo? ¿Quizá los tiempos de los semáforos no son los adecuados para el tipo de vía o determinadas franjas horarias?
Los accesos a las grandes urbes no son una excepción a la ciudad conectada. Identificar de dónde proceden los ciudadanos que acceden al núcleo urbano, cuándo y cómo lo hacen es otra de las grandes cuestiones que permite poner en marcha soluciones concretas para mejorar sus desplazamientos, de forma eficiente, segura y en el menor tiempo posible.
Un ejemplo a destacar es lo que hace la autoridad del transporte de Singapur, mediante su sistema de transporte inteligente. A través de una única plataforma (vía app) de pago nacional resuelve y simplifica el uso de todos sus servicios de transporte a los ciudadanos y permite procesar a la administración los 20 millones de servicios usados a diario para optimizar rutas, horarios y tarifas. La medida ha generado, además de una mayor calidad y eficiencia del transporte, un ahorro anual de 28 millones de dólares.
El gobierno local de Hangzhou, capital de la provincia de Zhejiang, en China, no pudo negarse a la propuesta de control total del tráfico diseñada por Alibaba. La iniciativa ha permitido regular el tráfico de una forma más eficiente, circulando a velocidades algo más elevadas (+15%) y más constantes (con menos detenciones y frenadas cortas). También ha mejorado la precisión en la detención de incidentes en un 92%, lo que ha permitido que los tiempos de respuesta de los servicios de emergencia se reduzcan en unos 3 minutos de media y un 50% de posibilidades de llegar en 7 minutos tras el accidente. ¿Cómo lo hacen? A través de la inteligencia artificial que permite, en la nube, determinar la apertura de los semáforos.
El Centro Integrado de Seguridad y Emergencia de Madrid (CISEM) llevó a cabo un sistema en el que une y coordina todas las instancias de atención a emergencias. El objetivo era claro: optimizar la gestión de la información y promover la prevención a través de una mejor planificación. Los resultados no se han hecho esperar: han obtenido una mayor eficacia en la atención de emergencias y se han reducido los tiempos de respuesta en el 25%.
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