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“Si Fulanito tiene el carnet, yo me lo saco con la gorra”. Nos inscribimos con la idea de que será un mero trámite. Pero los principios en la autoescuela son duros. Haces el enésimo test y… ¡Otra vez has fallado! Cuando ves que el solucionario de la autoescuela te vuelve a dar un bañito de realidad, cempiezas a pensar todo tipo de alternativas para superar el examen. Menos dedicarle más tiempo al estudio, todas 🙄. Y claro, siempre surge la duda de si se dará el caso de personas que paguen a otras por hacerlo. Pues sí, querido lector. No solo te confirmamos que sí ocurre. También te confirmamos que hay quienes hacen de ello su “profesión” y recorren el país dejando patente su sabiduría (y experiencia) en el examen teórico del carné de conducir. ¿Que cómo lo hacen? Pasa, ¡que te contamos!
En realidad es vecino de Zaragoza. Pero es de nacionalidad maliense. Y viajó hasta Logroño para realizar uno de sus encargos. Y lo escribimos en plural porque al ninja de las Jefaturas de Tráfico le llovían los contratos. Todos ellos para suplantar identidades a lo largo y ancho de España. Jaén, Huesca, Teruel, Huelva… Son sólo algunas de las plazas que ya ha pisado el experto suplantador. Que con la tontería, ha tenido ya más nombres que Froilán.
En todas las misiones seguía el mismo modus operandi. Contactaban con él y planeaban presentarse al examen en una provincia en la que aún no sea conocido. En este caso tocó la capital de La Rioja. Llegado el momento, el suplantado le daba el DNI al suplantador, y viceversa. Ambos entraban en el examen. Se pueden imaginar el examen que haría el suplantado… ¡Seguro que para enmarcarlo! Mientras tanto, la eminencia usurpadora de identidades hacía su trabajo, mientras rezaba porque todo saliera sobre ruedas.
No corrió esa suerte en Logroño, ya que los agentes encargados del examen estuvieron avispados. Comprobaron las fotos de los documentos nacionales, y se parecían lo mismo que un palo a una naranja… ¡Nada! A pesar de ello, no los interceptaron en ese momento. Sino que dejaron que se sentaran e hicieran el examen plácidamente. Y a la salida fue cuando los protagonistas de la trama fueron detenidos.
El suplantador de Mali no es el único caso que se ha dado en nuestro país. En junio de 2015, en Tarragona, un hombre de origen pakistaní quiso hacer la misma jugada. Esta vez, ‘el cliente’ era un ciudadano español que le dejó su documentación. Pero el suplantador no pudo ser más torpe. Porque se presentó al examen con una tarjeta de crédito y una carta con la identidad pakistaní. Así que los agentes, al ver tal disparidad de nombres, no tuvieron que sudar mucho para pillar el engaño.
En San Sebastián también ocurrió un caso similar. Corría el año 2011, cuando dos ciudadanos magrebíes pensaron la brillante triquiñuela de hacerse pasar el uno por el otro. Pero no se percataron de que la policía no es tonta. En su caso particular, se intercambiaron el permiso de residencia para realizar el examen teórico del carnet de conducir. Y los agentes de Tráfico, al finalizar el examen se dieron cuenta de que no había similitud alguna entre el suplantador y la documentación del suplantado.
En el artículo 392 del Código Penal se habla sobre la falsificación de documentos públicos, oficiales y mercantiles. Concretamente, aparece reflejado lo siguiente:
1. El particular que cometiere en documento público, oficial o mercantil, alguna de las falsedades descritas en los tres primeros números del apartado 1 del artículo 390, será castigado con las penas de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a doce meses. Estas falsedades son las siguientes:
2. Las mismas penas se impondrán al que, sin haber intervenido en la falsificación, traficare de cualquier modo con un documento de identidad falso. Se impondrá la pena de prisión de seis meses a un año y multa de tres a seis meses al que hiciere uso, a sabiendas, de un documento de identidad falso”.
Por lo tanto, queda claro que si no tenemos muy claro si aprobaremos o no el examen del teórico, lo que debemos hacer es hincar codos. Y dedicarle más tiempo al estudio y a los tests. Ya véis que no merece la pena jugarse el examen haciendo el juego del suplantador. Porque no sólo te van a hacer pasar vergüenza… ¡Sino que puedes acabar entre rejas!
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