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Ocurre más de lo que pensamos. Llegas al coche y cuando vas a arrancarlo… No arranca. No. No arranca. Lo intentas, insistes, miras que estás haciendo todo lo que sueles hacer para ponerlo en marcha. Pero no, que no arranca.
Quizá ahora, si has dejado el coche aparcado al inicio de la cuarentena (allá por los inicios del mes de marzo), pueda sucederte a ti. Ojalá que no, pero si nunca has vivido ese momento, calma. Lo primero que vas a experimentar es que en ese momento las pinzas, esas grandes desconocidas, pasan a tener el papel protagonista de tu existencia. Sí: ellas son como los fantasmas, todos hemos escuchado hablar de ellas… Pero no muchos las hemos visto en acción. (Por suerte, toca añadir).
¿Cómo se usan? ¿Cómo funcionan? A continuación analizamos cómo realizar un buen uso de ellas para que no se nos vaya la pinza (vale, mal chiste, pero estaba tan a mano…🤔). Prepara papel y lápiz o guárdanos en favoritos. Aquí te dejamos todo un tutorial del paso a paso.
Antes de realizar cualquier acción, debes tener en cuenta que las pinzas NO son la solución para todos los casos. Por muy similares que parezcan… La tecnología avanza a pasos agigantados y surgen nuevos métodos para arrancar tu vehículo cuando está sin batería. Es más: en algunas ocasiones, el uso de las pinzas, en lugar de ayudar, puede provocar averías. El clásico “fue peor el remedio que la enfermedad”.
Y es que puede ocurrir que los coches actuales con sistemas operativos modernos, no estén preparados para esta herramienta. El alto voltaje que llegan a imprimir las pinzas puede dañar el ordenador central del vehículo. Por lo tanto, la primera recomendación es acudir al manual del fabricante de tu coche. Ahí te encontrarás información sobre si debes o no el utilizarlas.
Por otro lado, y aunque parezca obvio, tienes que andarte con ojo. Literalmente. Es completamente necesario verificar siempre el material antes de usarlo. Cualquier desperfecto en el cable que une las pinzas o en la parte del mango puede ocasionar un cortocircuito. Y ya no lo decimos sólo por tu coche, que también, sino que lo que nos preocupa es que te lleves un buen susto.
Para empezar, necesitamos un alma caritativa que se preste a echarnos un cable. Nunca mejor dicho. ¿Por qué? Porque las pinzas no se cargan solas, sino que precisan de la ayuda de otro coche para transmitir la electricidad que le falta al tuyo para arrancar.
El conductor que te brinde su ayuda deberá estacionar su coche cerca del tuyo. A una distancia suficiente para que el cableado de las pinzas llegue sobradamente de una batería a otra. El vehículo que te va a auxiliar debe mantenerse encendido en todo momento, mientras que el tuyo debe tener activadas las luces para que la energía se proyecte en ellas y no en otros elementos del coche, que podrían sufrir daños.
Estando todos los cables conectados… ¡procede a encender el motor! Cuando esto ocurra, debes dejar unos segundos de rigor. Y después, debes pisar el acelerador hasta las 2.000 revoluciones por minuto. Esto permitirá que la recarga de la batería se realice exitosamente. Ten en cuenta que no siempre se consigue arrancar a la primera, así que… ¡No te apures! En ese caso, conviene dejar unos segundos de margen y “volver a la carga”. Las prisas no son buenas amigas en este tipo de procesos. Así que ten paciencia.
Objetivo conseguido: ¡tu automóvil está arrancado y coleando! Después de darle las gracias (lo de los abrazos lo dejaremos mejor para cuando el Covid solo sea un recuerdo de cuñados) a esa alma caritativa que te ha ayudado a ‘revivir’ la batería del coche, toca recoger los bártulos.
Y tú, querido conductor :DriveSmart, ¿te has visto alguna vez en esta situación? ¿Decidiste llamar al seguro? ¿O esperaste pacientemente a que alguien te auxiliara? Déjanos un comentario y cuéntanos tu experiencia.
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