Mi primera vez en el concesionario

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Nuestros recuerdos y nuestra historia se construyen de muchas primeras veces. Comprarse el primer coche, es un hito, es como el primer amor que nunca se olvida. Aunque la primera vez que visité un concesionario, sinceramente me quedé bastante fría.

Ha llovido ya bastante. Yo tenía un Citroën AX requeteheredado y muy minimalista, con una batería fallona y unas rueditas de triciclo. No era muy apto para todos los kilómetros que tenía que recorrer al día. Había llegado el momento de dar el paso: comprar mi primer coche, apostar por mi seguridad, hacerme un poco más mayor, meterme en letras… Me hacía una tremenda ilusión, así que empecé a recoger información entre familia, amigos, conocidos y el sabio Internet.

Y llegó el día…

Y tras un par de semanas y la cabeza como un bombo, decidí que era mejor ir a un concesionario para que me explicaran en vivo y en directo todas mis dudas y poder tocar el material. Así que me fui aun concesionario Seat, recién abierto y descomunal. Creo que no he sido precisamente la única que tuvo la idea de comprarse un León o un Ibiza a juicio de las estadísticas del parque móvil

Di con un comercial, bastante guapete, bastante joven y bastante poco acostumbrado a la corbata, y en mitad de la emoción sólo se me ocurrió decir:

-Hola buenas, es que venía a comprar un coche.

Concesionario

El chico se rió, hizo un gesto de “ya hija, claro” y me preguntó si tenía alguna idea. Tímidamente le dije que un Ibiza, señalando torpemente a un Córdoba (en mi descargo diré que el culo no se veía). Y el comercial volvió a reírse, esta vez con resoplido. Me indicó dónde estaba el modelo que le había dicho y me preguntó por el color. El coche era de una especie de azul grisáceo y le comenté que era bonito. A lo que me ladró:

-Vaya, mujer, pues este coche es mucho más bonito en negro o en rojo, pero tú verás… A ver, ¿gasolina o diésel?

-La verdad es que no lo sé, me hago unos 300 km a la semana, no sé qué es mejor.

-Chica, hombre, a no ser que te dé igual la pasta está claro que un diesel, pero de calle… Madre mía… ¿Caballos, cilindrada, tienes idea?

-Sí bueno, hay varios tipos, lo he visto en Internet, pero tampoco sé qué me conviene… Yo no corro en exceso y en el coche sólo voy a ir yo, y es para trabajar y…

-Bueno, bueno… en fin, y lo querrás con cinco puertas encima, ¿no?

-No, yo de cuatro.

concesionario-comercial

Ahí creo que le terminé de cortocircuitar. Cierto es que no tenía ni idea de que eran cinco puertas en realidad puesto que mis conocimientos de estas cosas eran nivel:

“¿Una llanta?, mmm… ¿la hembra del llanto?”

Así que se hartó de mí y me dijo: Mira bonita, ¿ves a mi compañera de allí? Pues ella te atiende que yo creo que te vas a entender mejor con ella, sí, sí, y ella te enseña los colores y habláis de vuestras cosas.

Me quedé tan estupefacta que no puede reaccionar para rebatir. Miré a la chica comercial a la que me habían dirigido y me pareció advertir que estaba roja de vergüenza.

-Perdona, le dije. Ya si eso vengo otro día, que tampoco me corre prisa.

-Vale, toma mi tarjeta, no te olvides de preguntar por mí.

Así que me fui, sin nada, sin un triste catálogo. Pensando que si hubiera tenido que ir a una tienda de jardinería comprar un cortacésped sin tener ni idea me hubiera ido bastante mejor.

Al cabo de una semana, me había comprado un Ibiza, con una buena cuádriga y negro ‘noche mágica’, como le gustaba a mi colega el comercial. Eso sí, en otro concesionario.

Han pasado los años, me tengo que comprar otro coche en breve y estoy por volver a ver si sigue… ¿Le reto a probar un coche con la aplicación :DriveSmart a ver quién es mejor conductor?

 

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