Si conduces con viento… ¡Apunta!

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A la hora de ir al volante toda precaución es poca. Y es que es posible que durante el trayecto nos encontremos inconvenientes a los que debemos sobreponernos por nuestra seguridad. Una de estas situaciones es, por ejemplo, la de conducir con viento. A todos nos ha ocurrido en alguna ocasión y, además de molesto, puede llegar a ser muy peligroso. 

Cuando el viento alcanza una velocidad de riesgo (desde 70 u 80 km/h) conviene seguir algunas normas y consejos. ¡Vamos a verlos!

1. Necesitas el coche… O no

Siguiendo este consejo, todos los demás sobran. Consulta la previsión meteorológica y valora si, realmente, es imprescindible conducir. Siempre que el viento supere una velocidad de 70 km/h la decisión más prudente puede ser la de dejar el coche en casa. Pero… en caso de que eso no sea posible, sigue leyendo y presta atención a los siguientes consejos.

2. ¿De dónde viene el aire? 

Saberlo te ayudará a reaccionar en caso de que sople muy fuerte y desplace el coche. Lo puedes comprobar observando el movimiento de los árboles, ya que como es lógico, el lugar hacia el que se desplacen las ramas nos indicará de un vistazo hacia qué lugar se desplaza el viento y con qué intensidad. En cualquier caso, lo más peligroso es el viento racheado, porque son los cambios de fuerza los que afectan a la estabilidad del vehículo. 

3. Menos velocidad, más marchas cortas

Adaptar la velocidad del coche es una norma fundamental para conducir con viento, ya que será el peso del mismo el que permita un mejor agarre a la carretera. A mayor velocidad, mayor probabilidad de que el empuje del viento desvíe tu coche de su trayectoria, así que controla el pie derecho. También es importante conducir a un régimen alto de revoluciones (en marchas cortas), ya que aumenta la capacidad para controlar el coche.

4. En túneles y puentes, ¡cuidado!

En el interior de un túnel no te afecta la fuerza del viento, lo sabemos. Pero el peligro reaparece (y multiplicado) al salir de él, por la brusquedad del viento que puede llegar, incluso, a desplazar tu vehículo. Algo similar sucede en los puentes, donde las corrientes de aire son más inesperadas y te encuentras más expuesto, por lo que extrema la precaución al circular por estos puntos.

5. Ojo con los árboles

En episodios de viento severo es más que probable que algún árbol caiga en la calzada, sobre todo si viajas por carreteras de montaña o cercanas a algún bosque. Es primordial estar pendiente para poder reaccionar y maniobrar adecuadamente. No olvides que, además de la caída de algún árbol, también pueden romperse y desprenderse ramas que con el viento puedan impactar y generar un gran peligro al volante.

6. Atención a las voladuras

Si el viento tiene una fuerza considerable, no es descabellado pensar que puedes encontrarte objetos volando por la calzada. Arena, hojas, ramas, bolsas…  Aunque de pequeño tamaño, además de ser molestas, pueden situarse en la luna y restarte visibilidad. Si no puedes apartarlos con el limpiaparabrisas, lo mejor es parar el coche y retirarlo. ¡No juegues con tu seguridad!

7. Los adelantamientos, sí, pero con tiento…

En circunstancias de viento, a la hora de adelantar a un vehículo grande, ya sea un camión, un autobús, etc, pueden ocurrir dos cosas. Sufrir el efecto de que el vehículo te “absorba” hacia él, si el viento sopla por el costado derecho. O que te “empuje” al carril derecho si sopla por la izquierda. En los dos casos, deberás estar alerta y coger el volante con fuerza y firmeza para poder reaccionar a los cambios de trayectoria que pueda causarte esta situación.

8. Ni baca, ni portabicis, ni remolques

En días de viento fuerte, olvídate de llevar ninguno de esos elementos. Una fuerte ráfaga de viento puede provocar un incidente como el de la fotografía de este post que presenciamos en directo en la autovía A6 durante una jornada de viento intenso. Es decir, una fuerte ráfaga de viento puede desestabilizar hasta un remolque y hacerlo volcar.

9. Presta atención a los neumáticos

El mantenimiento del coche también juega un papel fundamental. Revisa la presión de las ruedas o, si no están en buen estado o ya les toca, cámbialas: es un pequeño desembolso que puede salvarte la vida. Literalmente.

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